Sin mas armas que la fé en nosotros mismos
Y de repente...como si nada, o como si todo, estamos y dejamos de estar. Como si nada o como si todo...simplemente pasa. Siempre es un buen día para morir. Siempre es un buen día para vivir. Sólo nos toca elegir en qué lado vamos a pararnos hoy.
Morir no es sólo dejar de existir, es mucho más que eso. Dejar de existir es fácil porque dejas de estar, ya está, termina todo.
Lo difícil es morir estando, es tener miedo a vivir, es dejar de tener ganas...eso es morir. Darte cuenta de que estás pero no poder evitar la sensación de no querer estar, de desaparecer, de que se esfume tu existencia...de que todo termine.
Pero no todo tiene que ser tragedia. A veces, simplemente todo cambia. Con algo chiquito, con algo grande. Una palabra, una persona, una situación, algo pasa y todo cambia. Pero en realidad nada cambió, sólo vos, tu mirada, tu energía. Somos percepción, somos sangre, somos emociones. Y ese "click" nos cambia la sintonía, nos salva la vida.
A pesar de las súplicas, de las lágrimas y del sufrimiento, las cosas pasan cuando tienen que pasar. Es difícil encontrar explicaciones a los porqué de lo bueno o de lo malo. Sencillamente, pasa. Pero para pasar las tormentas, no es sólo cuestión de suerte, como dice el poeta: también es una cuestión de actitud. Porque la suerte no puede hacer todo, también hay que ayudarla.
Por eso, sufrí, dejate morir, caé hasta los abismos mas profundos...pero estate preparado para volver. Porque nada es eterno, nada es para siempre y todo pasa. Así que cuando estés listo, respirá profundo, date impulso y volvé. Si no podes solo, buscá ayuda....a veces necesitamos un empujoncito. Sin prisa, sin apuro...tomando el tiempo que necesites para tu proceso.
La suerte te espera, hacé tu parte, ponele ganas y volvé.